Bueno, pues ya está.
Tres años de arduos trabajos, jornadas premonitorias de la decisión europea de 19 horas (hoy viene en el Periódico de Aragón), toneladas de ilusión colectiva y recuperación de la autoestima.
En Aragón planeamos todo con 20 años vista. Esto es un hecho demostrado. Sólo hay que fijarse en todas las obras importantes de infraestructura de este país y también de su capital (Zaragoza) para saber cuánto tiempo ha pasado desde que se pensaron hasta que se materializan. Esas las afortunadas. Las transpirenaicas ni se sabe.
Por eso, al margen de las pegas que podamos poner, lo cierto es que la EXPO ha resultado ser un catalizador para poner a Zaragoza al día. Llevámamos décadas de retraso.
Se han invertido 1000 millones, otros dicen que más. Pero eso no es más que una puesta al día de la inversión pendiente. Para los que no conocen Zaragoza, hay que decirles que esta ciudad no tenía cuidadas las riberas, no tenía cinturones de ronda (verdaderos), no tenía (aún no) red de cercanías, ni tiene medio de transporte colectivo eficaz, no tiene un espacio decente dedicado a su genio más universal que en cualquier otra parte estaría ya más que mostrado, (y todavía no está), ...
Pero a fuerza de ser sinceros, no toda la culpa la tiene el gobierno del Estado, también el de Aragón tiene algo que decir.
Y esto no debe servir para mantenernos en el permanente lamento y la depresión consiguiente. Debe servir para todo lo contrario, para luchar y mirar al futuro con optimismo e ilusión. Aragón es un pequeño país en número de habitantes, un gran país en recursos humanos.
viernes, 13 de junio de 2008
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