Mañana, al fin, España jugará contra Holanda la final del campeonato del mundo de fútbol. Para ello y por ello, miles de periodistas tienen empleo este mes, los medios deportivos se inflan a vender ejemplares diciendo sandeces. Se muestra la euforia colectiva cada vez que España gana un partido (con 6 partidos ganados puede ser campeona y los ruidos de las bocinas y petardos van in crescendo). Las tertulias políticas comienzan y terminan sobre predicciones de resultados. El resto de noticias se amontonan en 10 minutos de telediario para dar paso a otros 50 de "selección". 5 cadenas de ámbito estatal, 5, conectaron en directo para ver cómo el pulpo se zampaba el mejillón español (no saquen metáforas). Se aventura (en esas predicciones de los economistas que tan ávidos son de pronosticar al estilo que parece cada vez más una lotería) que el PIB subirá entre un 0,2 y un 0,7% si España gana el mundial. Puedo adelantar que esa predicción es totalmente correcta, porque el crecimiento previsto del PIB español será del -0,4% según unos, el -0,7% según otros, o el 0,2% según los optimistas, con lo cual el acierto está asegurado.
Miles de banderas de España salen a los balcones y ventanas, a las puertas de los camiones, en las estanterías de las cafeterías y bares.
El sábado pasado la calle de Alcalá de Madrid (menciono esa calle porque me pilló allí) era un desfile de jóvenes circulando a mucho más de 50 por hora asomados e incluso sentados en las ventanillas.
Parece que por fin hay algo en que todos los españoles se ponen de acuerdo sin discutir (predigo que por poco tiempo, porque entre las sandeces de determinados periodistas ya hay algunos que empiezan a poner peros a llamar a la selección "la roja", a decir que esta selección es la de Cataluña, a exigir que todos canten el "la, la, larala" cuando suena el himno, etc...), y por eso hay un júbilo de alegría colectiva, como unas fiestas patronales conjuntas de todos los españoles, donde se olvidan los problemas durante unos días para entonar el "viva al patrón y la virgen", cambiados esta vez por "viva el Villa y el Puyol".
A ver si gana España el domingo y acaban las posteriores celebraciones y vuelven las aguas a su cauce, porque esto ya me parece excesivo.
Miles de banderas de España salen a los balcones y ventanas, a las puertas de los camiones, en las estanterías de las cafeterías y bares.
El sábado pasado la calle de Alcalá de Madrid (menciono esa calle porque me pilló allí) era un desfile de jóvenes circulando a mucho más de 50 por hora asomados e incluso sentados en las ventanillas.
Parece que por fin hay algo en que todos los españoles se ponen de acuerdo sin discutir (predigo que por poco tiempo, porque entre las sandeces de determinados periodistas ya hay algunos que empiezan a poner peros a llamar a la selección "la roja", a decir que esta selección es la de Cataluña, a exigir que todos canten el "la, la, larala" cuando suena el himno, etc...), y por eso hay un júbilo de alegría colectiva, como unas fiestas patronales conjuntas de todos los españoles, donde se olvidan los problemas durante unos días para entonar el "viva al patrón y la virgen", cambiados esta vez por "viva el Villa y el Puyol".
A ver si gana España el domingo y acaban las posteriores celebraciones y vuelven las aguas a su cauce, porque esto ya me parece excesivo.
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