La "tradición" se ha convertido en un socorrido argumento para avalar todo tipo de actos que se celebran en un pueblo o país.
La "tradición" incluso alcanza un componente jurídico en determinados casos, generalmente como eximente.
Pero la "tradición" no puede amparar la violencia, ni la desigualdad, ni la barbarie, ni el freno social. No todo lo "tradicional" es bueno.
Por la "tradición" se amparan mutilaciones, lapidaciones, discriminaciones de la mujer y discriminaciones religiosas, malostratos, ...
La tradición, usos y costumbres han de ser preservadas como elemento etnológico a tener en cuenta siempre que no vulnere los derechos civiles y humanos. En muchos casos, con tener constancia de su estudio y valoración es suficiente, no hace falta repetirlo.
Por ello, hay que estar alerta: NO TODO LO TRADICIONAL ES BUENO.
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